lunes, 26 de diciembre de 2011

EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Voy a pasar una buena temporada junto a un ingenioso hidalgo, va a descansar junto a mi cama. Será la tercera vez que leo una de las maravillosas creaciones que una persona legó a la humanidad. Miguel de Cervantes Saavedra, nos ha regalado no solo una buena porción de lo que ocurría en su privilegiado cerebro sino que nos ha transmitido la sabiduría del buen conocedor del ser humano. Voy a leer de nuevo los pasajes del Quijote para reconstituir mis ideas, para cargarme de energía y para continuar aprendiendo con él. Un espíritu libre y emprendedor siempre va a toparse con las miserias humanas como le ocurría a nuestro noble caballero. A pesar de los siglos el alma de don Quijote continúa entre nosotros. Cervantes nos da una buena lección para que sepamos elegir bien a las personas que nos rodean y cuidarnos de los que nos parasitan, un mal endémico de la sociedad actual.

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda...

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