viernes, 2 de agosto de 2013

ALTAMIRA

LAS CUEVAS DE ALTAMIRA

 Hace más de 35.000 años,  estas tierras costeras estaban habitadas por personas como nosotros  que  plasmaron su magnífico arte en las paredes de las cuevas de Altamira, jamás imaginaron que sus  pinturas trascenderían hasta nuestros días para convertirse en el símbolo del arte rupestre de la  humanidad.



  EL DESCUBRIMIENTO


  Fue Marcelino Sanz de Sautola, quien emprendió las primeras investigaciones de carácter            arqueológico en 1879 y quien, tras descubrir el arte de Altamira, lo atribuyó a las personas del  paleolítico. La investigación arqueológica ha permitido conocer las sucesivas ocupaciones humanas    desde hace más de 35.000 años. La cueva esta ubicada en una zona de extensos pastizales y bosques a  cinco kilómetros de la costa cantábrica. Es una cueva de artistas geniales que emplean todas las  técnicas con una calidad inusitada en el arte rupestre. La expresión artística de la cueva fue reconocida  por la Unesco en 1985 que la inscribió en la lista de patrimonio mundial. En el amplio recinto del  museo, con una superficie de 160.000 metros cuadrados, se ha realizado una redifusión paisajística con  las especies vegetales que, a través de los análisis del polen del yacimiento de Altamira, se sabe que  poblaban los alrededores de la cavidad. Abedules, fresnos, robles, tilos, avellanos o enebros formaban  parte del paisaje que rodeaba a los habitantes de Altamira durante el Paleolítico Superior.




  UN TEMPLO PARA LA CULTURA Y LA INVESTIGACIÓN

  Como Centro de Investigación, el Museo de Altamira desarrolla diferentes programas para mejorar el     conocimiento científico y la conservación de la cueva de Altamira. Los resultados se aplican a las           otras áreas del museo y contribuyen a proyectar el más actual conocimiento científico a los visitantes     y a la sociedad.



José Antonio Lasheras Corruchaga
Director del Museo de Altamira.

¿Cómo analizaría en unas líneas el arte de Altamira?

Hay muchas cosas que hacen especial a Altamira, no solo por ser la primera en ser descubierta, es que además de esto, a pesar de los años, continua siendo la más espectacular que conocemos en cuanto a arte rupestre se refiere. Altamira sería podio en una olimpiada del arte. Además, aquí están presentes todas las características esenciales del arte rupestre y en grado de excelencia. Todas las técnicas: dibujo, pintura; el mejor ejemplo de aprovechamiento del relieve para las figuras, y todos temas:  ciervos, bisontes, caballos, cabras, figuras más o menos humanas y, sobre todo, es que existe arte de todas las épocas en que fue habita-da la cueva; desde el Auriñaciense al Magdaleniense. Esto además de ser espectacular de por si, es una base de estudio para todos los científicos. Un estudio de colaboración internacional ha dado datos de más de 35.000 años del primer arte, manifestado en abstracción y figuración conformando con ello un arte pleno. En el Museo de Altamira pretendemos hacer disfrutar con la belleza de la prehistoria, y hablamos de arte. Llamamos arte a las imágenes que acompañan o representan ideas importantes o trascendentes, sean las que sean. Esos bisontes,
caballos, ciervos y signos acompañarían las ideas o pensamientos con los que tratarían de explicarse su propia relación con los demás seres que poblaban la naturaleza. Ahora, si conociéramos sus palabras y sus relatos los llamaríamos mitos. El arte ha sido siempre la imagen de los mitos.

¿Cómo eran los humanos que habitaban Altamira?

Desde que los humanos sapiens llegamos desde África, hemos sido capaces de crear arte. Los primeros humanos que llegan desde Europa eran como nosotros  y, lo más importante, con nuestras mismas capacidades neurológicas. Esto significa que un bebe nacido en Altamira y trasladado a una familia de la Cantabria actual podría convertirse en cualquier profesional moderno: arquitecto, ingeniero, fontanero...y viceversa, una persona nacida en la actualidad y trasladado a la época prehistórica aprendería a cazar, tallar sílex y sobrevivir en el medio natural de hace 20.000 o 30.000 años. Eran como nosotros, y podrían vestirse como –por ejemplo- se vestían hace pocos siglos quienes habitaban el norte de América o de Asia (Siberia). La tecnología para coser con una aguja de hueso paleolítica es, básicamente, la misma que un modista actual usa para el mejor vestido: aguja, hilo y la obra de sus manos. Eso nos permite ver que la distancia en el tiempo es relativa y que podemos entender a esas personas entendiéndonos a nosotros mismos. Probablemente, esas personas se distribuían los trabajos basándose en la edad y en el sexo, unidades familiares en que las personas por su fortaleza, potencia y habilidades, desarrollarían trabajos distintos. Grupos y familias extensas y polígamas, porque es muy probable que no tuvieran conocimiento de la realidad de la importancia directa del hombre en el nacimiento de los hijos, la fecundidad del grupo no se atribuía al hombre, no cabe pensar entonces en la familia tradicional, no tenemos datos para pensar en la pareja con sus propios hijos.

 ¿Estaría presente la religión en sus sociedades?

Las religiones actuales son recientes. Los dioses clásicos aún vivían en la Tierra como parte de lo natural; eran también el espíritu del árbol, del bosque y de las fuentes; disponían de rayos y vientos Las religiones formales y lo sobrenatural son algo
 reciente ¿Chamanes?  Si, pero como los clérigos o sacerdotes: intercesores o intermediarios entre nosotros y los otros seres del mundo que, por su sabiduría y autoridad moral, ayudan a sus semejantes.


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