domingo, 7 de agosto de 2011

La fuerza de un mosquito

Un día, el león, harto del continuo zumbido del mosquito en sus oídos, le gritó muy enfadado:
– ¡Largate de aquí, insignificante insecto, excremento de la tierra! ¿Cómo te atreves a molestarme a mí, el rey de la selva? ¡Fuera de mi vista!
El mosquito era pequeño, cierto, pero le sobraba valor. Las palabras del león le sentaron muy mal, por lo que decidió declararle la guerra.
–¿Crees que tu título de rey me asusta? –Le susurró al oído, muy seguro de sí mismo_. Pues fíjate bien en lo que te digo: un buey es tan fuerte como tú, pero hago con él lo que quiero.
Nada más pronunciar estas palabras, el mosquito se alejó unos metros, para tomar carrerilla, y después atacó el cuello del león.
¡Ah! gritó, maldito seas, miserable! -y soltó un rugido tan tremendo que por toda la selva los animales corrieron a esconderse en sus madrigueras.
Todos menos el mosquito, que estaba encantado de ser el causante de tanta alarma.

Fábula de Jean de la Fontaine. 
(Espero que os sirva de algo la moraleja).
 

En la foto, bajo una acacia, unas leonas acechan a un grupo de gacelas thompson que pastan en la amarilla sabana de las llanuras del Masai Mara, uno de los mayores santuarios de fauna del planeta.

sábado, 6 de agosto de 2011

Kenia y Tanzania

Kenia y Tanzania son dos lugares alucinantes, impresionantes, increibles, excepcionales. Hace unos 80 años, antes de las grandes masacres de fauna salvaje llevadas a cabo por el hombre blanco, el continente entero era un vergel que poco debía distar a los paisajes de la prehistoria. Cada rincón de África, era ocupado por lugares tan fascinantes como los actuales Serengueti, Masai Mara o Ngorongoro, donde hoy en día se puede ver, con gran facilidad, a los grandes depredadores africanos en su medio natural. A la terrible sensación de vacío que te queda al regreso de una aventura africana, los antiguos exploradores lo llamaron "mal de África". Escuchar los sonidos de la noche que tensan el ambiente de la sabana o de la selva, no deja impasible a nadie. La belleza y la crueldad se dan la mano separadas solo por una delgada línea, la de tu tienda de campaña. Desde hace años yo padezco mal de África, un deseo terrible de regresar a los pocos días de arribar a  "tierras prósperas".